jueves, 20 de diciembre de 2007

Fénix Humana



Viene en picada y cae inerte sobre la tierra. Tiene las alas quemadas y el espinazo quebrado por una excesiva realidad.

Aletea sobre el suelo, su respirar es corto como los momentos de una larga vida. Aletea con los inviernos de cada siglo incrustados en su médula.

El plumaje enlodado le pesa tanto, que presiente que es el mismo infierno quien le ha matado.

Se hunde, se ovilla, se hunde en los pliegues de su grito y aletea, corre y vuela dejando atrás las cenizas de otra muerte consumada.

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