viernes, 25 de abril de 2008

INTIMIDAD DE UN ASCENSOR PUBLICO


Es una tarde casual
una tarde de ésas,
calladas con frío
entraste mirando la hora
desabitado del mundo
descalzo de memoria
solitario triste y vivo
respirando por casualidad
cerca de mi boca

En un segundo tus manos
fugaces eternas
escarban el polvo
que será algún día mi cuerpo
tus manos incontroladas
corriendo a prisa entre mis senos
y la falda.

Aguas libidinosas, oscuras, obscenas
inundan nuestra piel
el fuego de las bocas estrellándose
buscando el natural y apurado descanso
para esta fiebre que sale descontrolada
en forma de gemido y alivio.

La ciudad espera, no hay tiempo, miras la hora
el pulso agitado no responde a lo formal
de nuestra ropa.

Salimos como entramos,
siendo dos perfectos extraños
y el ascensor como nosotros
vuelve al curso normal
de un buen día terminado.

jueves, 24 de abril de 2008

Tiempo Desnivelado


Todos viviendo normal en abril
entre hojas de otoño
y frescos días nublados.

Corren nerviosos
formales
abrigados
en espera del invierno.

Y yo aún, madurando febrero
en traje de baño
y bebiendo cervezas
a media tarde.

Momentos de la Mujer que Duerme


Vida,
Un remolino de vértigos gira
entre las silenciosas ruinas
de esta barca
mientras el mundo se deshiela
dentro de los párpados

Tú, que sabes de misterios
de océanos sepultados
sostén la ceniza de esta hora subterránea
el cielo desprendido de mi voz
las calles donde me pierdo consumada
prófuga
despoblada

Vida,
recoge mis ausencias
reúne mis silencios
arranca este miedo que abofetea
las sílabas de mi alma
de mi cuerpo

Luego déjame despertar lenta
frágil
concreta

Deja habitarme
por la mujer sonriente
que duerme
dentro de mi pecho

viernes, 4 de abril de 2008

Nuestra Humedad



Nos reciben en lágrimas de alegría
Nos sepultan con lágrimas de tristeza

lágrima somos
al inicio

lágrima somos
al final del camino

jueves, 3 de abril de 2008

Las Mujeres de Siempre



Las mujeres tienen forma de color azul. Amanecen acostadas contra el amanecer preparando días desde el desayuno.

Siempre tienen fiebre. Están afiebradas de tanto hornear gritos, lavar ropa trabajada con detergente, que no les limpia el cansancio, ni aromatiza el sudor de su senos caídos.

Las mujeres duermen levantadas, esconden abortos en la memoria, anhelos quebrados que arreglan a la hora de la siesta en compañía de la radio.

Se miran en el espejo para recodar que existen, que su cuerpo no ha sido cercenado en cada alumbramiento o por esas noches en que tuvo que abrirse a pesar del cansancio.

Las mujeres tienen sabor a siglos. Tienen historias de escondidos amantes entre los dedos, cuentos reales de esposa fiel y única madre.

Tienen cadenas que adornan con jardines y riegan después de volar sembrando esperanzas sobre la rutina y los sueños.

Tienen diferentes sonrisas en un solo cuerpo. Ellas son Ellas todos los meses. Todos los meses recuerdan lo delicada y frágil que son por fuera y por dentro.

Las mujeres son débiles, son bestia enceguecida defendiendo el pan de los críos. Son guerreras dispuestas a usar sus colmillos de fiera, si alguien amenaza su nido.

miércoles, 2 de abril de 2008

Identidad Robada


Hoy solamente quiere comer un plato de cazuela bien caliente y servida. Hace tiempo uqe tiene ganas pero sólo come comida seca. Puré, arroz graneado y a veces tallarines a la chilena.

Tomó la billetera pensando en el plato hirviente, con buena presa y una papa tan grande como sus sueños.

Ser atendida, que le pregunten que desea y responder: Quiero ….

Que profundo anhelo humano, ser servida, pagar la cuenta, dejar propina y salir altiva como reina recién coronada.

Toda iba bien, hasta que unos hombres la asaltaron, la tiraron contra la muralla. Es un asalto, una violación pensó y gritó, pero los hombres encontraron la billetera con un carne de identidad que no la identifica.

SON ELLAS



Me obligó Señor Juez, me obligó. Hube de beber incontenida, salvaje. Cada vez que iba al baño me miraba al espejo diciendo “puedo” y salía armada de coraje para seguir bebiendo, porque ella me obligaba, Señor Juez, a consumir hasta la última gota quedada en el vaso.

¡Maldición! Nadie va a creer esta historia, diversos Jueces me han oído repetir lo mismo y ahora que tengo ganas de no continuar me aparece un Usia que atendió mi caso el mes anterior.

Ahora, no me vendrá con lo mismo, dijo certero. Jamás, respondí, Jamás Señor Juez, fueron ellas.

Y me abrí la blusa mostrando mis senos.